Pintando con Fran

El tiempo

El tiempo es un concepto “muy presente” en la vida de Fran y un código casi indescifrable para mí, cuya función parece ser atrapar lo que ocurre en un momento para que no pase, para que se repita y no cambie.

El uso y control del tiempo que hace, además de servirle para marcar ciertos hitos en su día, es también una manera de asegurarse de que sus rutinas no cambien y vuelvan a ocurrir todos los días, a la misma hora. Tener ese control le da tranquilidad. Por ejemplo, poner la alarma a las 17.30 hs para asegurarse de que va a cantar sus canciones.

Por el contrario, solo intuir (ni hablar si la interferencia es explícita) que algo o alguien obstaculiza esas rutinas, lo pone muy ansioso, lo desregula y lo irrita desmedidamente. Se enoja tanto que adopta una postura agresiva hacia quien él cree está interfiriendo y aparece el dilema héroe/villano: “¡Te venceré!, ¡fuera de mi camino! Parece actuar desde un lugar de fantasía, alejado de la situación real, donde derrotar al malo es lograr su objetivo y obtener lo que quiere.

Y cuando registra lo que ocurrió, frente al límite a esa actitud desmedida, intenta recomponer el enojo o malestar que generó: “¿Estás molesto?, ¿no quieres hablarme?,¿cuándo se te pasara?” Claro que para poner límites hay que hacerlo de manera muy segura y calmada. Si no, su enojo escala.

Si la consecuencia es “el sábado no hay pizza”, entonces su próximo objetivo es vencer esa consecuencia. Es muy capaz de enfocarse y poner toda su energía cuando quiere lograr algo, entonces actúa serio y regulado: “Te voy a convencer”, “Voy a recuperar la pizza”,: “¿Ya se te pasó el enojo?” ,“Te daré un abrazo para que se te pase”, “No volveré a hacerlo”.

Después de un rato, cuando hablamos sobre lo que pasó y le decimos que ya no es un niño, que los chicos de su edad tienen que comportarse bien, cumplir las reglas, que las cosas no son siempre como él quiere, argumenta “Si yo actuo como un villano ¿todos se alejarán?”…

Pero creo que su verdadera preocupación e interés es que su mundo, con sus rutinas y rituales, siga así, que las cosas sean como él espera, que no haya imprevistos ni demasiadas sorpresas, ni interferencias, que no haya cambios.

 

Con todo esto, al elegir el momento para pintar hay que considerar esos horarios y rituales, porque si no, Fran está desatento, inquieto, molesto… y tengo que aumentar los apoyos y se hace más difícil.

Encontrar un horario y sostenerlo, incluirlo en su agenda, es una manera de ayudar a organizarse, de incorporar la actividad a sus rutinas (anticipación) para que la experiencia transcurra con más tranquilidad y poder enfocarnos en la pintura. El arte como un medio, pero también como un fin, lograr un producto que dice algo y en el que hay algo de su mundo interno dirigido al mundo del otro u otros…

El tiempo es un concepto “muy presente” en la vida de Fran y un código casi indescifrable para mí, cuya función parece ser atrapar lo que ocurre en un momento para que no pase, para que se repita y no cambie.

El uso y control del tiempo que hace, además de servirle para marcar ciertos hitos en su día, es también una manera de asegurarse de que sus rutinas no cambien y vuelvan a ocurrir todos los días, a la misma hora. Tener ese control le da tranquilidad. Por ejemplo, poner la alarma a las 17.30 hs para asegurarse de que va a cantar sus canciones.

Por el contrario, solo intuir (ni hablar si la interferencia es explícita) que algo o alguien obstaculiza esas rutinas, lo pone muy ansioso, lo desregula y lo irrita desmedidamente. Se enoja tanto que adopta una postura agresiva hacia quien él cree está interfiriendo y aparece el dilema héroe/villano: “¡Te venceré!, ¡fuera de mi camino! Parece actuar desde un lugar de fantasía, alejado de la situación real, donde derrotar al malo es lograr su objetivo y obtener lo que quiere.

Y cuando registra lo que ocurrió, frente al límite a esa actitud desmedida, intenta recomponer el enojo o malestar que generó: “¿Estás molesto?, ¿no quieres hablarme?,¿cuándo se te pasara?” Claro que para poner límites hay que hacerlo de manera muy segura y calmada. Si no, su enojo escala.

Si la consecuencia es “el sábado no hay pizza”, entonces su próximo objetivo es vencer esa consecuencia. Es muy capaz de enfocarse y poner toda su energía cuando quiere lograr algo, entonces actúa serio y regulado: “Te voy a convencer”, “Voy a recuperar la pizza”,: “¿Ya se te pasó el enojo?” ,“Te daré un abrazo para que se te pase”, “No volveré a hacerlo”.

Después de un rato, cuando hablamos sobre lo que pasó y le decimos que ya no es un niño, que los chicos de su edad tienen que comportarse bien, cumplir las reglas, que las cosas no son siempre como él quiere, argumenta “Si yo actuo como un villano ¿todos se alejarán?”…

Pero creo que su verdadera preocupación e interés es que su mundo, con sus rutinas y rituales, siga así, que las cosas sean como él espera, que no haya imprevistos ni demasiadas sorpresas, ni interferencias, que no haya cambios.

 

Con todo esto, al elegir el momento para pintar hay que considerar esos horarios y rituales, porque si no, Fran está desatento, inquieto, molesto… y tengo que aumentar los apoyos y se hace más difícil.

Encontrar un horario y sostenerlo, incluirlo en su agenda, es una manera de ayudar a organizarse, de incorporar la actividad a sus rutinas (anticipación) para que la experiencia transcurra con más tranquilidad y poder enfocarnos en la pintura. El arte como un medio, pero también como un fin, lograr un producto que dice algo y en el que hay algo de su mundo interno dirigido al mundo del otro u otros…

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