Pintando con Fran

La identificación, los anhelos, la amistad

Pretender que Fran sea fiel a lo que ve en el modelo de referencia, con las dificultades que implica en cuanto a la atención (en un tema que puede no ser de su mayor interés) y destreza en el manejo de las herramientas o la técnica, puede ser una meta en la que el costo sea mayor al beneficio.

Por eso puede resultar mejor, darle mayor libertad  para que la representación se corra un poco de lo real, y aparezca su particular manera de verlo, de ponerle “su sello”. Flor me dijo cuando vio la pintura de Gaia: “es más Fran” y eso me puso muy feliz.

Fran empezó a dibujar a Toby hace bastante tiempo. Es un niño héroe que se enamora de una chica linda, Abigail. Se parecen a Patoruzito y Malen, de la peli  que vió cuando era muy chico. El poncho de Patoruzito es la capa azul que Toby usa cuando se enfrenta a villanos o defiende a los buenos y gracias a sus hazañas se gana el amor de Abigail.

En la historia que cuenta sobre Toby hay mucho de él, de sus intereses, de sus gustos, anhelos y de sus temores. Habla de vivir en Nueva York o Londres, en un edificio de muchos pisos, de las mascotas, de la chica linda (novia), de fiestas con disfraces y música, de pasear por el mundo, de aventuras y “batallas” (héroe/villanos). Pero casi nunca habla de amigos.

No creo que sea casualidad, porque Fran tiene pocos amigos realmente. Bruno, Pablo, Rodri, Agustín, Eze son sus ex compañeros del cole y los llama amigos. Ellos siguen viniendo a sus cumpleaños, a comer pizzas de vez en cuando. Nosotros lo organizamos y Fran les escribe en un grupo de WhatsApp que se llama “los pibes”.

A pesar de que  no tienen contacto frecuente, hay un cariño evidente entre ellos. Se conocen desde muy chicos y compartieron años de escuela. “Los pibes” están en la universidad o trabajando. Ya no son chicos, son jóvenes, casi adultos.

Y Fran está intentando descifrar quién es: si “un niño héroe que libra  batallas, salvando al mundo de los malos”, “un muchacho gruñón” (malhumorado), que intenta descifrar la complejidad de las emociones y las relaciones, o un joven que busca descubrir el sentido de la vida, o al menos que hacer con ella.

Por eso nos preocupa tanto el entorno social de Fran, ayudarlo a construirlo, generar las oportunidades del encuentro con otros, sus pares, con quienes se identifique, se sienta parte, construya vínculos, amistades, relaciones…

Hoy sus amigos son sus profes y sus acompañantes terapéuticos. Fran está en una edad en la que no pudimos resolver todavía un espacio social para esta etapa, educativo/formativo o pre-laboral. A excepción del club donde hace actividades deportivas, y con todas las restricciones de la cuarentena…

Pretender que Fran sea fiel a lo que ve en el modelo de referencia, con las dificultades que implica en cuanto a la atención (en un tema que puede no ser de su mayor interés) y destreza en el manejo de las herramientas o la técnica, puede ser una meta en la que el costo sea mayor al beneficio.

Por eso puede resultar mejor, darle mayor libertad  para que la representación se corra un poco de lo real, y aparezca su particular manera de verlo, de ponerle “su sello”. Flor me dijo cuando vio la pintura de Gaia: “es más Fran” y eso me puso muy feliz.

Fran empezó a dibujar a Toby hace bastante tiempo. Es un niño héroe que se enamora de una chica linda, Abigail. Se parecen a Patoruzito y Malen, de la peli  que vió cuando era muy chico. El poncho de Patoruzito es la capa azul que Toby usa cuando se enfrenta a villanos o defiende a los buenos y gracias a sus hazañas se gana el amor de Abigail.

En la historia que cuenta sobre Toby hay mucho de él, de sus intereses, de sus gustos, anhelos y de sus temores. Habla de vivir en Nueva York o Londres, en un edificio de muchos pisos, de las mascotas, de la chica linda (novia), de fiestas con disfraces y música, de pasear por el mundo, de aventuras y “batallas” (héroe/villanos). Pero casi nunca habla de amigos.

No creo que sea casualidad, porque Fran tiene pocos amigos realmente. Bruno, Pablo, Rodri, Agustín, Eze son sus ex compañeros del cole y los llama amigos. Ellos siguen viniendo a sus cumpleaños, a comer pizzas de vez en cuando. Nosotros lo organizamos y Fran les escribe en un grupo de WhatsApp que se llama “los pibes”.

A pesar de que  no tienen contacto frecuente, hay un cariño evidente entre ellos. Se conocen desde muy chicos y compartieron años de escuela. “Los pibes” están en la universidad o trabajando. Ya no son chicos, son jóvenes, casi adultos.

Y Fran está intentando descifrar quién es: si “un niño héroe que libra  batallas, salvando al mundo de los malos”, “un muchacho gruñón” (malhumorado), que intenta descifrar la complejidad de las emociones y las relaciones, o un joven que busca descubrir el sentido de la vida, o al menos que hacer con ella.

Por eso nos preocupa tanto el entorno social de Fran, ayudarlo a construirlo, generar las oportunidades del encuentro con otros, sus pares, con quienes se identifique, se sienta parte, construya vínculos, amistades, relaciones…

Hoy sus amigos son sus profes y sus acompañantes terapéuticos. Fran está en una edad en la que no pudimos resolver todavía un espacio social para esta etapa, educativo/formativo o pre-laboral. A excepción del club donde hace actividades deportivas, y con todas las restricciones de la cuarentena…

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